Los futuros ingenieros informáticos reciben una formación sólida y variada en materias como matemáticas, lógica, fundamentos de física, estadística, sistemas operativos, procesadores de lenguaje y programación.
Sin embargo, la ética a menudo ocupa un lugar secundario, relegada a una única asignatura en un plan de estudios amplio y exigente. Una vez que estos profesionales dejan las aulas y se adentran en el mundo laboral, descubren que su trabajo no solo se trata de manejar cifras y algoritmos. En su día a día, deben enfrentarse a dilemas morales que se vuelven más complejos a medida que el software adquiere un papel más central en la sociedad, gestionando datos privados e información estratégica.
Las situaciones con implicaciones morales son más comunes de lo que podría pensarse. Los desarrolladores pueden encontrarse trabajando en proyectos que van desde la mejora de armas hasta programas para industrias petroleras que afectan negativamente al medio ambiente. Incluso el diseño de sitios web comerciales que manipulan a los usuarios con tácticas de precios puede plantear conflictos éticos significativos.
Un caso notable es el de los empleados de Google que, a finales de 2018, protestaron públicamente contra el “Project Dragonfly”, un servicio de búsqueda censurado para el mercado chino que podría utilizarse para la vigilancia. Los empleados expresaron sus preocupaciones sobre el uso potencial de esta herramienta y solicitaron la cancelación del proyecto.
El alcance cada vez mayor del software implica que los errores pueden tener consecuencias graves. Un ejemplo es el fallo de software en 1991, durante la Guerra del Golfo, que permitió a un misil iraquí destruir una base estadounidense, causando la muerte de 28 personas. Otro caso en los años 80 implicó un equipo de tratamiento del cáncer cuyo mal diseño provocó la exposición de varios pacientes a radiaciones mortales.
Ante estos retos, surge la pregunta de si los desarrolladores de software deberían adherirse a códigos deontológicos más estrictos, similar a los abogados, médicos o periodistas. La idea de un juramento hipocrático para programadores ha sido propuesta, pero no está exenta de controversias y desafíos.
Códigos Éticos Internacionales
Organizaciones como el Institute of Electrical and Electronics Engineers (IEEE) y la Association for Computing Machinery (ACM) han desarrollado códigos de conducta para profesionales de la informática. En España, entidades como el Colegio Profesional de Ingenieros en Informática de Andalucía (CPIIAND) y similares en Madrid, Catalunya y Asturias también han establecido pautas éticas.
Expertos como Mary Eugenia Cartaya y el catedrático Fernando Broncano subrayan la necesidad de desarrollar códigos de buenas prácticas y posiblemente algún tipo de juramento hipocrático para las ingenierías sensibles. Sin embargo, implementar un código ético en el ámbito de la programación no es sencillo, ya que los desarrolladores a menudo trabajan en partes fragmentadas de proyectos complejos, sin una visión completa del impacto de su trabajo.
Debate y Educación Ética
El debate sobre la necesidad de códigos éticos para desarrolladores de software se encuentra en una fase inicial. La educación ética en las facultades de ingeniería es insuficiente en comparación con otras disciplinas como la medicina. Expertos como José Antonio Marín Casanova abogan por una educación ética integral que incluya aspectos humanísticos para todos los ciudadanos, no solo para los programadores.
En última instancia, aunque la idea de un juramento hipocrático para programadores es atractiva, es crucial establecer primero un debate serio sobre los límites éticos del software y la responsabilidad compartida entre desarrolladores y empresas. Un enfoque equilibrado entre educación ética y regulación legal puede ser la clave para enfrentar los dilemas morales en la programación de manera efectiva y responsable.
